La soldadura es un proceso que permite unir de manera permanente partes sólidas y obtener, así, la continuidad del material.
La soldadura implica el aporte de calor localizado, de manera que sea posible fundir el material. Este puede ser el mismo material que componen las partes que se deben soldar pero también puede ser material diferente, llamado material de aporte: en el primer caso, se habla de soldadura autógena; en el segundo, de soldadura heterogénea o braseado.
La soldadura crea una unión permanente que es diferente de otras uniones permanentes (por ejemplo, el remachado o el encolado) que no crean continuidad del material.
Con algunos procesos de soldadura autógena, si se efectúan correctamente y según determinados principios, también se garantiza una continuidad casi total en las características mismas del material de las partes unidas.
Durante la soldadura se desarrollan humos que, al enfriarse, generan polvo muy fino con un tamaño inferior a 1 micra, que requiere una velocidad de filtración muy baja.